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La superpoblación del jabalí en Navarra amenaza la evolución del sector porcino

PAMPLONA– Las noticias sobre accidentes de tráfico por atropellos de animales, o jabalíes recorriendo de noche las calles de Pamplona, esconden una realidad a la que la sociedad mira de soslayo, sin otorgarle la importancia que merece. Pero sus consecuencias son palpables y resulta innegable que su relación no ya con el cazador, sino con el ser humano, debe regirse por unas medidas que frenen los perjuicios que la fauna silvestre ocasiona en nuestro modo de vida.

El jabalí, por ejemplo, experimenta en Navarra un auge en términos de población, debido a la unión de diversas casuísticas, muchas de ellas derivadas de la acción del hombre. A su elevada capacidad de reproducción se unen la falta de depredadores, los cambios en el hábitat y su alimentación omnívora, que se aprovecha de la actividad humana. Su alto número de ejemplares conlleva peligros que buena parte de la población desconoce, ya que a los siniestros en las carreteras y a su presencia en entornos urbanos hay que añadir los daños agrícolas y la transmisión de enfermedades, sobre todo cuando interaccionan con la cabaña ganadera.

Aquí entra la acción de los cazadores, cuya labor cinegética hace frente a la situación, aunque en Navarra, pese a su cometido, la tasa de natalidad sigue muy por encima de la de mortalidad. Quedan aspectos que mejorar para evitar esta expansión, como una adecuada gestión del hábitat, monitorizar las poblaciones o aumentar la extracción de ejemplares de todas las edades. Pero también se estima necesario que este colectivo cuente con un respaldo social.

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