Noticias

Las medias verdades sobre el impacto ambiental de la ganadería

Entre el 17 y el 23 de junio se está celebrando la Semana Mundial Sin Carne, una iniciativa impulsada por distintos colectivos para denunciar lo que consideran efectos negativos para el planeta y para la salud humana que tiene el consumo de proteína animal.

En España una de las organizaciones más activas está siendo Greenpeace, que bajo el lema “¡Súmate al Reto Sin Carne!”, denuncia, entre otras efectos , que “la ganadería contribuye al cambio climático, ya que es responsable de la emisión del 14,5% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI),especialmente el metano y el óxido nitroso, tanto como todos los coches, trenes, barcos y aviones juntos”.

Greenpece acusa tamén a la ganadería de “monopolizar la tierra cultivable, con cerca del 75% de la superficie agrícola destinada a la ganadería, tanto en forma de pastos como para producir piensos”. Además, la campaña critica que “la ganadería demanda altas cantidades de agua. Por ejemplo, para producir 1 kg de filete de ternera son necesarios 15.000 litros de agua”.

Sin embargo, para César Resch Zafra, investigador responsable de la producción de leche de vacuno en el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM), “esta campaña mezcla de forma interesada datos que no son ciertos”.

“Comparto que si que es cierto que hay un exceso de proteína animal en las dietas de la poblacion occidental y eso hay que corregirlo. Pero se generaliza de forma gruesa poniendo en el mismo lado a la carne procedente de la ganadería industrial, por ejemplo de porcino o de avicultura, que la carne o la leche de ganado vacuno, que por lo menos en el caso de Galicia el ganado se alimenta principalmente de forrajes locales, y presta unos servicios ecosistémicos beneficiosos para el medioambiente”, explica el investigador de este centro público.

1) La ganadería es responsable de la emisión de gases de efecto invernadero

Efectivamente, la ganadería y la agricultura -nó solo la primera- son responsables de la emisión del 15,5% -un 12% en España- de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según recoge el siguiente gráfico elaborado a partir de datos de la FAO y del World Resources Institute.

Sin embargo, se sitúa lejos de la principal fuente de emisión, que es el sector energético (30% de las emisiones), y ligeramente por debajo de otros sectores (18%), y prácticamente a la par que el transporte (15%) y las actividades de la industria manufacturera y de la construcción (13).

Si analizamos las emisiones de CO2 de la ganadería por áreas geográficas, y según datos de la FAO, los principales emisores son América Latina y el Caribe, con 1887 millones de toneladas, Asia Oriental y Sudeste asiático, con 1606 millones de toneladas y Asia Meridional, con 1507. Europa occiental se sitúa junto con América del Norte en una posición bastante inferior, con 580 y 603 millones de toneladas de dióxido de carbono que corresponden a la ganadería.

Según los expertos, esto se debe fundamentalmente a los avances en mejora genética y en calidad de los forrajes, que permiten que la ganadería en los países occidentales sea mucho más eficiente en la conversión de forrajes y cereales en kilos de carne , leche o huevos.

Si se analizan las emisiones de CO2 por especie, el porcentaje varía mucho según los países, por ejemplo de 100 a 400 kilos de CO2 por kilo de proteína en la carne de vacuno. En todo, y sin tener en cuenta otros parámetros, los que menos emisiones de CO2 provocarían serían la carne de pollo y los huevos, seguido del porcino y de la leche de vaca.

En cuanto al metano, Frank Mitloehner, profesor y especialista en calidad del aire en la Universidad de California-Davis, destacó en la última Conferencia de Ideas Alltech (ONE19), argumenta que “la verdadera amenaza al cambio climático, los combustibles fósiles, se ve opacada por la guerra de los medios de comunicación contra el ganado”.

“Los combustibles fósiles son la principal contribución al cambio climático provocado por el hombre, no la ganadería. En el caso del metano producido por el ganado y la agricultura, es cierto que representa alrededor del 30% del global, pero es muy diferente de los gases de efecto invernadero creados por los combustibles fósiles, ya que el metano eructado por los rumiantes permanece en la atmósfera durante 10 años antes de convertirse en CO2 y ser absorvido de nuevo por las plantas, como maíz forrajero o praderas, que se cultivan para alimentar al ganado, estableciendo un ciclo contínuo de equilibrio”, destacó.

2) Para producir un 1 kilo de carne son necesarios 15.000 litros de agua

El ganado vacuno es uno de los más eficientes en el uso de agua, pues de cada litro que bebe una vaca el 14% es devuelto en forma de orina, como fertilizante; el 44% en las heces, y el 25% en la leche, dedicando el 17% restante al proceso biológico de respiración y transpiración.

¿Como utiliza el agua el ganado vacuno?

Para César Resch Zafra, investigador del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM) “es una afirmación sin base científica decir que para producir un kilo de carne se necesitan 15.000 litros de agua”.

Y es que, tal y como subraya “hay consenso internacional en distinguir entre el agua extraída de pozos o de la red de suministro para regar los cultivos con los que se alimenta al ganado, del agua de lluvia, que no entraría dentro de esta huella de agua”.

“En Galicia hemos realizado distintos estudios y para producir un litro de leche se necesitan entre 3 y 5 litros de agua, ya que tanto las praderas como los cultivos de maíz no se riegan. Y en el caso de nuestra ganadería de vacuno de carne, basada en el pastoreo, sería algo más. Otro modelo totalmente distinto sería el de macrogranjas de miles de vacas en medio del desierto o del páramo, que compran y/o riegan todos los forrajes, como alfalfa deshidratada”, añade.

En el caso de Francia, los estudios realizados por el instituto público INRA concluyen que para producir un litro de leche se necesitan entre 5 y 10 litros de agua, y para producir 1 kilo de carne de vacuno se emplean de 50 a 70 litros de agua, muy lejos de los 15.000 litros que difunde la campaña de la “Semana Mundial sin Carne”.

3) La ganadería utiliza demasiada tierra cultivable

Otra afirmación sin base es que la ganadería emplea cada vez más tierras de cultivo. Sin embargo, al realidad en el mundo occidental es la contraria: Cada vez se produce más cantidad de proteína animal con menos cabezas de ganado y con menos superficie.

En el caso de Galicia, el 70% del alimento que consumo el ganado vacuno son forrajes cultivados en el entorno de las ganaderías y fertilizados en buena medida con las propias deyecciones del ganado, dentro de una economía circular sostenible.

Además, diversos estudios realizados en Francia, Estados Unidos, Inglaterra o Irlanda recuerdan que gran parte de los alimentos que consume el ganado no son aprovechables por los humanos, siendo en este sentido los rumiantes unos de los más eficientes en transformar fibras vegetales en leche y carne.

Además, muchos de los terrenos que se utilizan para alimentar a la ganadería son tierras marginales que no serían aptas para el cultivo de vegetales para el ser humano.

Eficiencia en la conversión de energia consumible por humanos:

Así, si medimos la parte de la ración del ganado que podría servir como alimento humano, los más eficicientes son el vacuno de leche y el vacuno de carne en pastoreo, seguido de la avicultura, y los menos el vacuno de carne cebado con pienso y el porcino, pues emplean porcentualmente muchos más cereales que pueden ser también alimento humano.

En el Reino Unido la asociación láctea AHDB recuerda que casi la mitad del país está cubierta por praderas, que los rumiantes (vacas, ovejas, cabras…) son capaces de aprovechar para convertirlas en leche y carne y alimentar a la población.

No obstante, tal y como concluye un estudio realizado en Francia por el INRA existe margen de mejora para mejorar la eficiencia en reducir la ración de la vaca que podría ser alimento humano, básicamente incrementando las horas de pastoreo y de forrajes de calidad en la ración.

En el caso de Estados Unidos, el profesor Frank Mitloehner recuerda que “dos tercios de la tierra pueden definirse como tierras marginales, sobre las cuales los cultivos no se pueden cultivar por diversas razones, como por ejemplo, suelos pobres o restricciones de agua, y esta tierra marginal se utiliza para el ganado rumiante permitiendo producir leche y carne. El otro tercio es tierra cultivable, ideal para cultivos”.

En este sentido, se pregunta “¿Cómo podemos alimentar en 2050 a una población mundial que se estima en unos 9100 millones de personas si no estamos utilizando toda la tierra que podemos para producir alimentos?”.

En la web