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Así ha cambiado el sector porcino en sólo una década

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La forma de producir de la ganadería de porcino en España ha dado un giro copernicano en la última década, en la que la industrialización ha ganado peso en detrimento de las explotaciones familiares (cuatro de cada diez de ellas han cerrado) y ha permitido al país convertirse en una potencia mundial.

El último informe anual sectorial del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) no deja lugar a dudas: actualmente, hay un 37,3 % menos de granjas pequeñas que en 2009, y las de mayor tamaño han crecido un 40 % en ese mismo período.
Incluso en dicho estudio se recoge que el sector ha experimentado una “considerable reestructuración”, que ha llevado a un “notable descenso” en el número total de granjas, con 10.700 que han cerrado sus puertas en estos últimos 10 años.
Una tendencia que, en contra de lo que podría parecer, ha favorecido la producción y los censos gracias a un “espectacular desarrollo del sector”, sobre todo en el último lustro, según el MAPA: España, con un 19 % de la producción total de porcino en la Unión Europea (UE), pisa los talones a Alemania (22,4 %), país al que sí superó ya hace varios años en número de cabezas de porcino.

Desde la Organización Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc), su director, Alberto Herranz, defiende que el sector “está evolucionando” para “mejorar en todos” los aspectos que influyen en la producción, como es la innovación, el bienestar animal o las mejoras medioambientales.
Según Herranz, son las explotaciones de mayor tamaño las que tienen una mayor disposición tecnológica para afrontar esos retos, por lo que no entiende las críticas sobe las grandes granjas.
No es partidario, de hecho, de hablar de “macrogranjas”, porque España “es el único país de la UE” que tiene un decreto que regula las capacidades máximas de las explotaciones.
El director de la Asociación de Productores de Ganado Porcino (Anprogapor), Miguel Ángel Higuera, ve “muy positiva” la apuesta por nuevas granjas industriales para “dar salida a unidades obsoletas, que medioambientalmente tienen mayor cargas de emisiones”.
En este sentido, Higuera pone en valor la fórmula con la que el sector ha podido incrementar su producción y crecer en el mercado internacional, sin a su juicio aumentar las emisiones.
También rechaza hablar de “macrogranjas” y recuerda que, en todo caso, las más grandes están obligadas a aplicar técnicas de reducción: “Es más fácil tener un granja dimensionada que diez pequeñas que no están obligadas a reducir las emisiones”.

La demanda china

España, con una producción de 4,5 millones de toneladas anuales, es cuarto líder mundial, gracias a esa escalada que le permite afrontar ahora con perspectivas de éxito las exigencias del mercado internacional, especialmente la demanda china.
El gigante asiático se encuentra inmerso en una crisis derivada de la expansión de la Peste Porcina Africana (PPA), que está mermando su producción y por lo tanto no puede autoabastecerse.
Desde Interporc, Herranz asegura que España está en condiciones de cubrir las expectativas y, de hecho, está en proceso de homologar más empresas con las que mejorar su estrategia comercial hacia allí.
En una línea parecida se expresa el director de Anprogapor, quien, a falta de cifras oficiales, avanza un incremento importante de las exportaciones en el primer semestre del año, respecto al mismo período anterior, por la situación de China.
Esa mayor demanda está provocando, además, una recuperación de los precios en origen en esta primera parte del año, una tendencia que llega a otros países de la Unión Europea, según Higuera.
La producción y la industria de la carne de cerdo se enfrenta así a un presente que poco tiene que ver al de hace diez años, pero que le permite tener el foco en crecer y fortalecerse en el mercado internacional, sobre todo en el sudeste asiático.

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